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Presentación del Libro

“Brotes de Sabiduría”

por K. Parvathi Kumar

 

Buch des Monats

El pequeño libro “Brotes de Sabiduría” contiene siete charlas brindadas por el Dr. K. Parvathi Kumar en distintas ocasiones sobre siete temas de valor espiritual. Las charlas son breves pero profundamente efectivas. Éstas se despliegan dentro del ser como brillantes lotos cuando se contempla en ellas.

Contenido: Prefacio; La Isla Blanca; El Maestro de la Nueva Era; El Retorno del Cristo; Las Principales Enseñanzas de Krishna; El Sendero del Despliegue Gradual; Upanayanam; El Matrimonio – Un Sacramento; El Loto Blanco; El Sendero de Síntesis; La Vaca. El Simbolismo y su Trascendencia; El Esplendor de las Siete Colinas; La Doctrina de la Eterna Presencia; Espiritualidad en los Negocios y en la Gestión Empresarial.

 

Ediciones Dhanishtha, Barcelona, España 2010.

 

Muestra:

La Isla Blanca

 

"LA ISLA BLANCA" versa sobre el Plano de Luz, y el plano de luz es el campo del alma. Se ofrece una narración interesante sobre el Reino de la Luz con el fin de que los seres recuerden su morada original que yace dentro de ellos.

La Isla Blanca es bella en cualidad y en forma. Posee el brillo y el esplendor divinos. Es siempre radiante, es eterna y perpetua. El mero pensar en la Isla Blanca nos estabiliza y nos hace sentir bien. La visión de la Isla destruye de una vez y para siempre el ciclo de muerte y nacimiento. Los habitantes de la Isla viven en cuerpos de luz radiante. Se encuentran permanentemente avocados a pronunciar la palabra sagrada que protege los mundos. Los rayos de Amor y de Luz forman el ladrillo y el mortero de las residencias de la Isla. El centro del entrecejo de las personas constituye una réplica de esta tierra sagrada. En esta tierra los residentes y las residencias no poseen su identidad por separado.

Los residentes de la Isla Blanca son autosuficientes, y por lo tanto no tienen deseos. Gozan del fruto de la satisfacción como consecuencia de su falta de deseos. Aún cuando no poseen deseos se encuentran plenos y no están vacíos. La liberación es su forma de vida. Ellos experimentan el mundo de las formas como sus propias formas, y llevan consigo el pensamiento de la no existencia de “el otro”. Los otros tienen deseos, y en consecuencia sufren la correspondiente vacuidad – la falta de aquello que se desea.

El Señor Altísimo resplandece eternamente en pureza y en equilibrio sin ser afectado por la híperactividad o la insuficiencia de actividad. Los jardines, los parques y los senderos contienen el esplendor de la luz verde mercurial unida al matiz de rojo (Sree), el resplandor de tonalidad dorada con el centro y la circunferencia (Ha) de color azul eléctrico y la calidez de la Naturaleza Divina (Ri).

La gloriosa Isla Blanca no es un lugar o un plano al que se ha de ascender. Dondequiera que uno esté, ella manifiesta cuando desarrollamos la identidad de “uno mismo con la del entorno”. Se encuentra oculta dentro todo el mundo como su propio plano estructural, y es el “cimiento resplandeciente” de los mundos que se construyen.

El sonido y la luz se encuentran en total unidad en esta Isla; entrelazados en su función. “La voz del Silencio" es siempre oída en todos los sonidos, y el cuerpo de Luz es percibido siempre en todas las formas. La Isla nos proteje siempre cuando pensamos en ella. Incluso cuando los mundos colapsan, la Isla Sagrada permanece intacta.

La realidad del "Uno en todo" y el "Todo en Uno" se encuentra en plena manifestación en esta Isla. El par que forman la Subjetividad y la Objetividad culminan su existencia en el centro de la Isla y continúan cooperando en el resto de la Isla. El otro nombre para esta Isla es “La Isla de la Prosperidad y el Bienestar".

Los árboles de la Isla se encuentran en su plenitud en todas las estaciones. Estos árboles producen los frutos de la experiencia que instan al cese de los deseos. Se los llama “Los árboles de la Progenie". Dan frutos durante los 12 meses del año y las seis estaciones, y así perpetúan la creación. Confieren el crecimiento y le otorgan la plenitud a aquellos que se cobijan a sus pies. No existe otra clase de árboles en la Isla.

En la Isla Blanca se experimenta la impactante belleza del Tiempo. En esta tierra misteriosa, el Tiempo es eterno presente, carente de futuro y de pasado. Sus habitantes viven en el presente eterno. No poseen memoria del pasado ni expectativas del futuro. El pasado y el futuro culminan en el presente. Es un estado de ser dónde la memoria no existe y la expectativa no existe.

Las flores de los jardines esparcen la fragancia del Presente. Los bienaventurados habitantes inhalan la fragancia y experimentan el néctar como la miel que es secretada por las flores.

Plenos y colmandos de la experiencia del presente eterno, los habitantes se dedican completamente a pronunciar la historia de “aquél que tiene ocho sílabas” -Narayana/Christna. Las expresiones sagradas se pronuncian a sí mismas a través de ellos, mientras que ellos permanecen en el estado de existencia pura. La sensación de que están experimentando algo también desaparece. Cuando sienten que están experimentando a aquél que tiene ocho sílabas, ellos desaparecen. ¡Cuando la sensación de la experiencia desaparece, ellos siguen existiendo como la experiencia misma!

Los seres de la Isla vuelan. Sus cuerpos, hechos del tejido de Luz, forman sus propios vehículos de vuelo. Las medidas de sus cuerpos están más allá de toda mensura. Éstos se expanden y contraen. Se hacen ligeros y pesados. Son elásticos como el plástico y transparentes como el vidrio. Para estos seres, no existe la diferencia entre sus cuerpos y el plano de existencia dónde se manifiestan. Los cuerpos son sólo vehículos para facilitarles su contemplación sobre el Plan – el otro nombre de El Señor.

Las aves de la Isla emiten notas musicales de vida. El rítmico despliegue de la música parece equilibrar los sonidos-semilla involutivo y evolutivo de Ham y Som.

El varón y la mujer se mueven en pareja como amigos y no padecen del deseo lascivo. Cupido teme perturbar su estado de unidad en la amistad – un perfecto estado de Yoga.

Aquellos que son indiferentes a la Consciencia Universal y a su Unidad; aquellos que están interesados en otras cosas. Aquellos cuyos oídos son proclives a escuchar la crítica. Aquellos que son impuros de mente, de sentidos y de cuerpo, no tienen cabida en esta Isla.

Incluso aquellos que son autodisciplinados y muy versados en el conocimiento de las escrituras del Ser Universal, tampoco son aptos para residir en la Isla debido a su propia valoración de sí mismos. Aquellos que estiman a otros no ameritan estar en la Isla; y aquellos que se estiman a sí mismos tampoco ameritan estar en la Isla porque se encuentran atascados en sus personalidades. Muchos eruditos académicos bien intencionados se encuentran atascados debido al interés que tienen por sus propias personalidades.

La Isla le pertenece a aquellos que se interesan por la gente infeliz y necesitada. En éstos, ellos ven la manifestación de la consciencia una como que es igual a ellos mismos, y por lo tanto trabajan por ellos sin sentir que están trabajando. Ésto es así debido a la conciencia que tienen de la unidad.

Cuando nos rascamos la mano izquierda con la derecha, ¿podemos decir acaso que la mano derecha le brindó un gran servicio a la izquierda?. Lo sentimos como un fenómeno tan natural que jamás pensamos en ello. Los habitantes de la Isla Blanca también actúan de esta manera. En forma inversa, todos aquellos que actúan de esta manera pertenecen a la Isla Blanca.

Hasta que los eruditos no vean al UNO en los incultos, los eruditos no tendrán entrada en la Isla.

La Isla Blanca es como un Loto Blanco en su forma, y lleva en sí estructuras que poseen pirámides como cumbres y lotos que se despliegan como base. En el Centro de la Isla hay un pericarpio circular. Sobre él, yace una serpiente que tiene siete capuchones - enroscada y con los capuchones desplegados. Dentro del espacio circular de cada vuelta de rosca existe el Azul eléctrico, el cual es eterno e infinito.

La entrada de la Isla se encuentra bien vigilada por dos moradores a ambos lados del umbral. ¡Ellos no permiten la entrada cuando se los ve!
 

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