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Presentación del Libro

“El Sacrificio del Hombre”

por Ekkirala Krishnamacharya

 

Buch des Monats

Este libro nos presenta los sucesos relacionados con la vida de Krishna al momento de despojarse de Su envoltura física. Incluso el así llamado suceso de la muerte, ha sido utilizado por el Señor para beneficio de la humanidad de un modo perfectamente yóguico. Por medio de este libro, el autor intenta despejar la ilusión de la muerte y resignificar la experiencia de la vida.

Ediciones Dhanishtha, España 2007.


 

Muestra:

Capítolo 12, Extracto

Los rayos del sol matutino despertaron al árbol y sus habitantes. Miles de pájaros dejaron sus nidos y salieron agitando sus alas. Ellos gorjearon en sonidos que recorrían los tres tonos y los siete subtonos de la gama Védica. Los pájaros flotaban en el aire a la velocidad de las diversas medidas de tiempo, y expusieron sus cuerpos al brillo dorado del sol matutino. Un pájaro, de color dorado, se sentó sobre el árbol. Tenía dos franjas de color azul resplandeciente a lo largo del borde de las dos alas. Sus ojos centelleaban como dos diamantes azules. Su expresión resplandecía tal como los rayos matutinos del sol reflejaban el azul de las olas del mar. Movía sus alas y dejaba caer sus excreciones sobre el hombro de un iniciado el cual estaba sentado en meditación bajo el árbol, después de su baño matutino.

El discípulo se dio cuenta, pero no estaba enojado. Por el contrario el lanzó sobre el pájaro, su compasiva mirada. Entonces el pájaro habló en lenguaje humano, “Mi niño. Soy el sabio Parasara. Esto que hice, fue solamente para probar tu indulgencia y compasión. Tuviste éxito. Antenoche fue la más larga del año, hoy es el sagrado Sankramana día de Capricornios. El sabio Dirhatamas gobierna al mundo, puesto que él preside sobre este día. Este divino sabio, ha poseído al sabio Agastya y quiere expresarse a si mismo a través de él. Ahora Agastya vive en las Nilagiris. Ve y velo hoy, y busca en él, la sabiduría astrológica. Él clarificará tus dudas en la ciencia y te hará comprender toda la materia. Él llenará los espacios que faltan en tu conocimiento y te bendecirá.” Diciendo esto, el pájaro dorado flotó en el aire y desapareció.

Ahora el discípulo estaba parado frente la entrada de la cueva de Sravasti. No era posible para él caminar a los Nilagiris y llegar allí el mismo día. Él había dominado los ocho Siddhis del Yoga, pero no sabía como llegar a los Nilagiris físicamente. Mientras estaba meditando sobre el asunto, vio a un joven fuerte que tenía una sonrisa radiante saliendo de las cuevas. El visitante se le acercó saludándolo, “¡ Oh, Mahatma ! ¿Eres el sabio Jaimini?”

“Sí, yo soy.”

“Bienvenido. Mi Guru Devapi me dijo que aqui estabas. Y me ordenó que te llevara a los Nilagiris.”

“Cómo puede ser posible que lleguemos hoy a los Nilagiris?”

“ Sí podemos hacerlo. Primero debemos trepar esta hilera de montañas.”

“¿Puedes decirme tu nombre?”

“Soy conocido como Djwhal Khul. Debemos irnos inmediatamente. Estoy muy familiarizado con todos los árboles de este valle y sus sendas. Este árbol, su flor y fruto son sagradas para mi, puesto que aquí desperté al conocimiento de mis vidas pasadas. Un día, que yo estaba aquí durmiendo, mi Guru Devapi me regaló el despertar y me inició en el Mantram del despertar, Sreerama, el cual aparece en la gran escritura Ramayana. Desde entonces pude ver mis pasadas vidas. A través de todos estos nacimientos, mis Gurus me llamaron Djwhal Khul. En este nacimiento mis parientes me conocen como Giri Sarma. Mi madre es la hermana de Sudama.

Avanzaron más allá del árbol platicando y se acercaron a una gran grieta cerca de la vereda y dieron vuelta hacia las corrugadas rocas que parecían algo así como huellas. Después de cubrir cierta distancia, tuvieron que utilizar las raíces de grandes árboles como escalones para ir más delante. En algunos lugares tuvieron que tomarse de las raíces colgantes de los árboles banyan y balancearse en ellas. Abajo el valle estaba insondable. Lo que una hormiga es para un hombre, es un hombre para ese valle que veíamos debajo. La hormiga puede trepar sin resbalarse. La naturaleza le ha dado a la hormiga muchas pequeñas patitas para agarrarse. El hombre solo tiene dos. Las cuales no son ingeniosas. Los pies sutiles del hombre cuelgan a su cerebro en forma de muchas opiniones e impresiones. El hombre no conoce el uso correcto de éstos, y por tanto camina por el camino de la vida con muchos resbalones y caídas.

Mientras están ocupados hablando, cruzaron una montaña y empezaron a hollar el camino hacia otra. Independientes unas de otras, las piedras de apilaban, tremendamente escabrosas. Llena la entera montaña por todos lados de esas pilas, ésta presentaba una vista aérea como si fuera un gran hormiguero. Parecía la cabeza de una familia de diferentes cerros. Grupos de arbustos con racimos de flores salvajes se pavoneaban en la brisa y se parecían a las diversas jóvenes de las tribus montañosas, las cuales se juntan para traer agua de los torrentes que fluyen hacia abajo. El espacio que llenaba el valle parecía como un gran recipiente.

Uno se acuerda del notorio “el espacio en la olla” descrito por el cosmólogo-lógico. El enorme volumen de espacio llenaba las elevaciones y las depresiones del valle y culminaba en el cielo absoluto ilimitado que relucía por sobre las montañas. Es como si un fragmento del espacio circundado por una forma, se uniera al océano del espacio. La perspectiva entera nos enseña, que tan distante es la posición del hombre en la entera creación. Las hormigas se mantienen continuamente moviendo los granos de arena para apilarlos en hormigueros de tamaños diferentes. De la misma forma, el hombre está muy ocupado construyendo civilizaciones con ciudades pobladas, como si fueran granos de arena. Las serpientes utilizan los hormigueros ya preparados por su labor.  Unidades más grandes de tiempo se arrastran sobre los dilemas de los siglos, los que son forjados por el hombre, como civilizaciones. El hombre no puede comprender el lento movimiento de la Serpiente del Tiempo con sus escamas como si fueran los siglos. El hombre siempre está ocupado con sus necesidades inmediatas las que disimuladamente lo llevan a la muerte. El flujo del Ganges en forma de varias caídas que se dispersan en varios torrentes, sugieren muchos de tales secretos que yacen en el misterio del tiempo. El espacio desciende en ondas, como los espacios de los valles en la tierra. Cada onda del océano del espacio desciende como Manvantaras y Yugas que se mueven de forma imperceptible a través del hombre. Cada una de estas ondas sacude los bordes de la creación y proclama su importancia. El embate del océano del tiempo libera periódicamente, siglos, décadas, años, meses, estaciones, mediodías, noches, días, horas, minutos, segundos y sus subdivisiones, los cuales otra vez regresan hacia el mismo océano sin fin.

En sus conversaciones, Djwhal Khul discutía la sabiduría astrológica de las estaciones, los meses y la mitades de mes. El estaba feliz por la inmensa sabiduría que Jaimini tenía. Al mismo tiempo entendió que Jaimini ponía gran atención a las mediciones de tiempo más que a su importancia y significación. Jaimini podía percibir que los signos del Zodíaco formados en pares de opuestos, lanzaban su influencia uno sobre el otro. Él podía estimar las mansiones lunares también como pares, separadas por 180 grados. Él podía entender como estos Nakshatras se lanzan miradas uno al otro. Él no se preocupaba por la importancia de que estos pares cumplieran su misión en la creación. Jaimini pudo entender la creación entera como la expresión del Karma Universal. Él aún debe ver que ejecutando sus propios deberes, esto hace que el Karma fluya como gotas de sabiduría a través de la conciencia individual. Jaimini se esfuerza para co-relacionar a Jnana y al Karma. Aún debe comprender que los dos son alas del mismo Pájaro de la Sabiduría Eterna, Suparna.

Mientras procedían en su conversación, de repente vieron un acantilado muy alto en posición única en su género. Parecía una campana de bronce bien pulida. Su cabeza estaba decorada con una gorra de nieve que tenía el volumen de varios Yojanas cúbicos. Miríadas de llamas rojas y blancas parecía que emergían del acantilado y como flechas bajaban directamente hacia ellos. Los rayos del sol del medio día resplandecían con un lustre insoportable. Sus cuerpos aumentaban su calor y la sangre parecía que internamente hervía. Jaimini no podía soportar verlo y de repente cerró sus ojos con sus manos. Inmediatamente perdió el sentido de donde estaba. Con ojos cerrados dijo: “Ya es mediodía. ¿Cuándo llegamos a los Nilagiris?”

Djwhal Khul se rió. Los pies de Jaimini resbalaron fuera del sendero de hielo y se deslizó hacia el espacio ilimitado de los insondables valles. Dio un gran grito y no supo hacia donde estaba cayendo. Se hizo más ligero y sintió que su cuerpo rodaba en el espacio como un trompo. Djwhal Khul lo tomó de su mano y Jaimini pudo pararse, ¡pero se mantuvo parado en ninguna parte! Sus pies flotaban en el aire y Djwhal Khul le pidió que abriera sus ojos. Al hacerlo Jaimini, se dio cuenta que estaban flotando en el aire lentamente. Abajo, a los lejos un poco hacia al norte, él pudo ver hileras e hileras de los montes del Himalaya.

Djwhal Khul: “ Ahora estamos viajando por el espacio en dirección hacia el sur.” 
 

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